Gran parte de quienes laboran en la recolección de residuos lo hacen en la economía informal, enfrentando un doble riesgo: enfermar de Covid-19 y no poder tener ingresos.
La pandemia del coronavirus ha obligado a millones a dejar de hacer lo que antes hacían. Excepto, generar basura. Así que del otro lado de la moneda está aquella otra parte de la población que trabaja a diario para recoger sus desechos.
“Son unos héroes”, dice Juan Marín, gerente de Seguridad de la empresa de recolección de residuos Red Ambiental. “Están un escalón debajo del personal de salud”. Sin embargo, la heroína Patricia Salvador ganó hoy 80 pesos por una jornada laboral de más de 10 horas.
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La mujer de 37 años trabaja en Iztapalapa, uno de los municipios con más contagios a nivel nacional. Cuando le pregunto si teme a la infección me responde que está más preocupada porque el dinero le alcance. “Ni modo que le diga a mi estómago ‘hoy no comas’. O a mi hija: ‘hoy no hay’”.
Desde los 22 años labora como trabajadora voluntaria. Es una forma para nombrar a quienes no están contratados por el gobierno de la Ciudad de México, pero que igual su fuerza de trabajo es aprovechada.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la mayor parte de quienes recolectan los desechos en los países en desarrollo está en la economía informal. Además de los riesgos sanitarios que enfrentan, tiene poco o nulo poder de negociación de sus condiciones de empleo, señala.
No hay una estimación oficial sobre cuántas personas en el país se dedican a esta labor. En la capital, más de 14,000 están afiliados al Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México (SUTGDF).
Y según la sección 1 de Limpia y Transportes del SUTGDF, hay más de 10,000 trabajadores voluntarios. Es decir, sin contrato, salario, prestaciones ni seguridad social.
Informalidad y escasa capacitación
En China, el proceso de recolección de residuos y su trasladado a las plantas de clasificación fue un “detonante importante de la pandemia”, señala Juan Marín, gerente de Calidad, Medio Ambiente, Seguridad e Higiene en Red Ambiental.
Quienes trabajan en el sector informal “están más expuestos a infectarse”, pues no cuentan con insumos de protección. Tampoco reciben capacitación sobre el manejo y valoración de lo que recolectan, lo que podría contribuir a la propagación del virus, advierte Marín.
Red Ambiental tiene la concesión para la recolección domiciliaria en 12 municipios de México. Comenzando con Monterrey, su plantilla de 1,800 trabajadores está en Toluca, Querétaro y otros más. “En esos lugares no existe la informalidad en la recolección de basura”, asegura.
Pero en la Ciudad de México están los contratados y los voluntarios. “Ambos están en riesgo. Pero es peor para los segundos porque si enferman, harán frente con sus propios medios”, explica Tania Espinosa, coordinadora para América Latina del Programa de Derecho de la Organización Mujeres en el Empleo Informal.
Dos realidades laborales
En estos momentos hay más personas en sus casas, entre ellas las convalecientes del Covid-19, comenta Juan Marín. “Desechan papeles con los que se limpian la nariz, jeringas, cubrebocas y otros materiales infectados”, que serán recolectados por miles de trabajadores de limpia.
Una de las medidas preventivas de Red Ambiental es acompañar a sus empleados en las calles con una camioneta que lleva agua y jabón. También los han equipado con guantes y mascarillas, asegura.
En las bases, de donde parten y vuelven los camiones, al entrar y salir, el personal pasa por cuatro puntos: medición de temperatura, lavado de manos, uso de gel antibacterial y sanitización con sales cuaternarias.
Hasta ahora, no han tenido casos de infección. Pero están trabajando con 216 personas menos. Se trata de mayores de 60 años o con padecimientos crónicos y han sido enviados a sus casas con goce de sueldo, afirma.
Mientras, trabajadores como Patricia Salvador toman precauciones por lo que ven en la televisión: usar cubrebocas y guantes de látex. “No puedo lavarme las manos tan seguido como quisiera. Pero traigo mi gel”, cuenta
Los lunes y los viernes de 10 en 10, o de 5 en 5 pesos, llega a juntar 180 pesos. Cuando hablo con ella no es uno de esos “días fuertes”. Son casi las 5 la tarde, acaba de llegar a su casa, inició a las 6 de la mañana y se trajo 80 pesos.
Iztapalapa, donde vive y trabaja, es uno de los municipios más pobres de México y de los más desiguales. Ella vive del lado empobrecido y labora en la colonia Lomas Estrella, una zona de clase media alta, lo cual ahora es una desventaja porque hay pocas personas en sus hogares.
“Muchos tienen casa en Cuernavaca o por otros lados y allá están pasando la cuarentena”, comenta. Hay poca gente y pocas propinas que hacen las veces de salario. “Han subido los costos de las cosas y no estoy ganando igual, no sé qué vamos a hacer”, concluye.
Fuente: Capital Humano