Opinión

En un giro sorprendente dentro del panorama político de la alcaldía Cuauhtémoc, la candidatura de Catalina Monreal por el partido Morena ha generado un torbellino de críticas y rechazo no de la oposición, sino desde las propias filas del partido. Usuarios fervientes de Morena en redes sociales no han tardado en expresar su inconformidad, llegando al punto de manifestar su deseo de ver perder a la candidata en las próximas elecciones.

La discordia se ha encendido en plataformas como Twitter, donde las opiniones de los simpatizantes del partido revelan una clara ruptura entre el apoyo a la organización y la aceptación de sus representantes. Un usuario destacó su frustración diciendo: “Y mira que uno como chairo quisiera votar todo de un color. Pero luego le ponen a Catalina Monreal, y ps así cómo”. Este comentario refleja una decepción palpable que va más allá de la política de partidos, centrando la atención en las figuras propuestas.

Otro simpatizante de Morena fue más allá al comentar: “Sí, estamos de acuerdo en que también en Morena hay muchos impresentables y la militancia y simpatizantes lo hemos expresado abiertamente. Desgraciadamente, la dirigencia no hizo caso y la familia Monreal es una vergüenza para Morena. Por eso repito: ojalá pierda Catalina.” Estas palabras resuenan con un eco de desaprobación hacia la dirección del partido, que parece haber ignorado las voces de su base en decisiones clave. La situación plantea interrogantes sobre la capacidad de los partidos tradicionales para sintonizar con sus propios simpatizantes y adaptarse a las demandas de una base cada vez más vocal y crítica.

Con la elección a la vuelta de la esquina, estos comentarios en redes podrían presagiar un resultado inesperado en Cuauhtémoc, poniendo a prueba la fortaleza interna de Morena y su capacidad para mantener la cohesión ante candidaturas controvertidas. Catalina Monreal se enfrenta no solo a sus adversarios políticos, sino también al desafío de ganarse el apoyo de aquellos que, aunque leales al partido, no dudan en cuestionar sus decisiones y sus figuras.