1. La pruebas
La política que utilizó el gobierno no fue el de hacer pruebas masivas. Determinó que sólo aquella persona que presentara síntomas “graves” fuera susceptible de hacerse la prueba y, mientras tanto, a quienes tuvieran síntomas leves sólo recomendaba quedarse en casa.
2. El aislamiento
Desde el 23 de marzo y hasta el 30 de mayo nos pidió quedarnos en casa. En ese momento apareció el debate sobre la disyuntiva salud-economía, ya que con más de la mitad de la población en pobreza y más de la mitad de los ocupados sin prestaciones, el requerimiento parecía excesivo. El presidente en un inicio no “obedeció” y fue criticado por ello.
3. Las cifras
La dudas sobre la validez de los contagios y muertes apareció en forma inmediata. La cifra de enfermos se aceptó que estaba subestimada al mostrar un “modelo centinela” de efímera aparición, pero sobre todo porque al no hacer pruebas masivas se dejaban de detectar los casos asintomáticos. En el caso de las muertes, ya hay muchos análisis que indican un importante subregistro.
4. Los semáforos
Los criterios para determinar el color de los semáforos fueron cuestionados por los gobernadores acusando que había más criterios políticos que técnicos al hacerlo.
5. Los pronósticos
Un error de López Gatell fue hacer pronósticos cuando el virus era desconocido y cuando dependía más del comportamiento humano que de la autoridad. Sus declaraciones lo perseguirán. Después explicaba y corregía, pero su pronóstico inicial denota no haber tenido idea del tamaño de lo que se nos venía.
6. El equipamiento de hospitales
Es evidente que el confinamiento inicial solicitado por el gobierno federal era un periodo para preparar el sistema hospitalario, aunque nunca se haya dicho abiertamente. La llegada de material desde China y otros lugares permitió equipar y evitar que se dieran con recurrencia la negación de servicio en los hospitales. Ese fue el objetivo: no evitar los contagios sino evitar la saturación.
7. Los apoyos
En la mayoría de los países, ante el desastre económico, se tomaron medidas en dos sentidos: el apoyo directo a población vulnerable y el apoyo a las micro y medianas empresas para reactivar la economía y conservar los empleos. En México el presidente decidió cargar todo a la primera parte a pesar de las presiones del sector empresarial. Aunque la “receta” no es nueva, apostarle todo al consumo interno, el presidente ha presumido de que es una invención de su gobierno.
8. Los tratamientos
Como en todo fenómeno desconocido, la cantidad de información falsa era impresionante, desde recetas mágicas caseras “de la abuela”, recomendaciones “lógicas” como mantenerse respirando de una secadora de pelo, hasta recomendar no tomar nada porque “el virus no existe”.
9. El cubrebocas
Tal vez el peor debate porque no acaba y el gobierno se niega a recomendar con énfasis su uso. No importa que se haga en todos los países apoyándose en recomendaciones de científicos, no importa que nuestro único premio nobel en ciencia lo recomiende, no importa que un grupo de seis exsecretarios de Salud lo incluyan en sus recomendaciones, el vocero insiste en una recomendación “suave” y parcial.
10. Las vacunas
Es el nuevo debate, no sé si será el último. Me imagino que también aparecerá otro cuando se patenten medicamentos, pero hoy la esperanza está en las muchas vacunas que se están probando. La que tiene más cercanía con México es la de Astra Zeneca que ya tuvo un tropiezo, pero la compañía insiste en que se logrará pronto.
Al respecto, la reciente encuesta de Mitofsky sobre el tema muestra que el optimismo es grande: 61% considera que ya el primer trimestre de 2021 estará lista para distribuirse en forma masiva y sólo 19% dice que tardará más de un año, fecha que los especialistas dicen que sería la más acertada.
Sin embargo, tal vez por la noticia de un problema con la vacuna, sólo 25% dice que en caso de requerirse aceptaría ser voluntario y, lo más destacable, sólo 3 de cada 10 dice que se pondría la vacuna en cuanto estuviera disponible. 16% dice que no se la pondría y 44% que sí se la pondría pero no quisiera ser de los primeros en hacerlo. Es decir, a los gobiernos y a los laboratorios les queda como tarea no sólo apoyar el desarrollo de vacunas y medicinas, sino convencer a los ciudadanos de su seguridad.
Como cada semana, recomiendo analizar la encuesta que ya durante 32 semanas nos entrega Mitofsky cada lunes.