En los medios de comunicación pesa una verdad incómoda que resulta ser un secreto a voces; la extorsión es una práctica tan habitual como poco denunciada, pero que una parte de ellos utiliza para obtener recursos extras, sobre todo medios regionales de México y Latinoamérica. Entre otras cosas, porque ayuda a mantener a flote “el negocio” con los medios para los que trabajan o que ellos mismos crean. A través del chantaje a las empresas, seudoperiodistas disparan letras si no cumplen con determinadas cuotas de dinero.
El uso de la extorsión en el periodismo es una práctica común pero poco denunciada
Tal es el caso del pseudoperiodista Víctor Flores quien opera en el área del Caribe mexicano, específicamente en Cancún, el cual ha encontrado en el sector inmobiliario de aquella región a sus “clientes predilectos”, pues se ha sabido por fuentes cercanas a diferentes empresas de la región que Flores se les ha acercado de manera intimidatoria buscando dinero y amenazándolas con publicar información en su contra, buscando desprestigiarlas y dañar su reputación. Flores se hace pasar por un “líder de opinión”, cuando en realidad no tiene credibilidad con la gente local, pues más bien cuenta con algunos cómplices que intentan ayudarlo a cumplir sus objetivos, haciéndose pasar por víctimas o afectados por los empresarios que no cedieron ante la presión.
En México cientos de empresas son amenazadas por periodistas que únicamente buscan su beneficio personal
Recientemente salió a la luz el caso de Shark Tower, complejo al que Flores atacó a través de sus sitios web acusando a este desarrollo ubicado en el corazón de la zona hotelera de Cancún, de fraude y desvío de fondos e incumplimiento de contrato. Sin embargo, Flores no esperó la respuesta de estos quienes lanzaron un comunicado desmintiendo todas las aseveraciones hechas por Víctor Flores, al cual no le quedó otra opción más que eliminar dicha publicación, sin dar mayor explicación.
“Hace meses vinieron unas personas que la verdad no tenían muy buena pinta, y pidieron de forma pues muy agresiva hablar con el encargado de aquí, pero pos (sic) les dije que no se encontraba nadie que los pudiera atender, me dejaron una tarjeta y me dijeron que les dijera a los encargados que llamaran o se iban a arrepentir, que se les iba a acabar el negocio”, dijo uno de los guadias de seguridad quien prefirió mantenerse en el anonimato.
Sin lugar a dudas, este tipo de acciones comprometen no solo la credibilidad de quienes sufren los ataques, sino también de los medios de comunicación en general, pues ahora resulta muy complicado diferenciar entre una denuncia real hecha por estos y un capricho no cumplido o una extorsión no lograda que termina en ataques, sin importar lods daños colaterales que estos puedan causar.