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De Sindicalista Implacable a Víctima de su Propio Partido: El Declive de Susana Prieto Terrazas

by Crónicas y Verdades
De Sindicalista Implacable a Víctima de su Propio Partido: El Declive de Susana Prieto Terrazas

Susana Prieto Terrazas, la otrora combativa abogada que en 2019 desató el caos en las maquiladoras de Matamoros con su Movimiento Sindical «20-32», ha pasado de ser una figura de poder a una víctima llorona de su propio partido, Morena. Resulta sorprendente ver cómo la misma mujer que intimidaba a empresarios y obtenía beneficios desmesurados para su sindicato, ahora se queja amargamente del trato que recibe en el Congreso, al punto de abandonar la fracción parlamentaria de Morena por una supuesta «violencia política de género».

«Abandoné la fracción parlamentaria de Morena el último de febrero. La violencia política de género que han ejercido en mi contra es una verdadera vulgaridad», declaró Prieto Terrazas, en lo que parece un intento desesperado por recuperar la atención y relevancia que alguna vez tuvo. «No le han pagado desde febrero a mis asesores, no me han depositado las subvenciones a mí, me sacaron de la Comisión de Puntos Constitucionales, y nadie me informó», añadió, como si se tratara de una inocente víctima de un complot político.

Sin embargo, este cambio de postura resulta difícil de creer para quienes recuerdan a la Susana Prieto que, con total impunidad, lideraba el Movimiento «20-32» exigiendo aumentos salariales y bonos millonarios sin cumplir con los requisitos legales. En aquel entonces, Prieto Terrazas actuaba respaldada por conexiones políticas que le permitían salirse con la suya, sin importar las consecuencias para los empresarios ni las irregularidades de sus acciones.

Hoy, Susana Prieto se encuentra en una posición muy distinta, quejándose de que la han separado de la Comisión de Puntos Constitucionales y acusando a Morena de traicionar a los trabajadores al no aprobar su iniciativa de reforma laboral de las 40 horas. «Soy abogada postulante con 40 años litigando diversas áreas del Derecho, fueron ellos los que traicionaron al pueblo de México al no pasar las 40 horas, y por congruencia con los trabajadores, me retiré de su bancada», declaró en un intento de justificar su salida del partido que alguna vez la respaldó.

El tono dramático de Prieto Terrazas culmina cuando, al borde del llanto, afirma: «A partir de ese momento han hecho de mi vida un pinche infierno en esta Cámara de Diputados». Para alguien que se presentaba como una figura fuerte y combativa, resulta irónico verla caer en un discurso de autocompasión que poco tiene que ver con su antiguo perfil.

El declive de Susana Prieto es evidente. La misma mujer que alguna vez fue recibida por el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, tras declararse «perseguida política» de los gobernadores de Chihuahua y Tamaulipas, ahora se ve relegada a un segundo plano por el mismo partido que la elevó. Sin la posibilidad de reelegirse como diputada federal y sin el respaldo de Morena, Prieto Terrazas se enfrenta a una realidad en la que su influencia se ha desvanecido y su poder es cosa del pasado.

El amor entre Susana Prieto y Morena se ha terminado, y con él, la carrera política de una abogada que, al parecer, no supo manejar la transición de líder sindical a figura política, quedándose atrapada en su propio discurso de victimización.

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