A largo plazo, lo que preocupa a la OCDE es sobre todo el impacto de la pandemia en el mercado de trabajo, combinado a una caída drástica de las migraciones internacionales.
Los trabajadores inmigrantes están «en la primera línea» de la crisis sanitaria, que podría socavar los avances de los últimos años en materia de integración, advirtió la OCDE y destacó el papel «esencial» de la mano de obra extranjera en las economías desarrolladas.
Más enfrentados a la pobreza o a viviendas saturadas, los inmigrantes son también más vulnerables al Covid-19, con un riesgo de infección «al menos dos veces más alto» que el resto de la población, afirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reagrupa una cuarentena de países desarrollados, en su informe publicado el lunes.
Pero a largo plazo, lo que preocupa a la organización es sobre todo el impacto de la pandemia en el mercado de trabajo, combinado a una caída drástica de las migraciones internacionales.
El número de permisos de residencia concedidos se redujo casi a la mitad (-46%) en el primer semestre en la OCDE, incluso si esta disminución «podría verse parcialmente compensada» al final de año.
Una situación «sin precedentes» debido al cierre de las fronteras y otras restricciones impuestas por la pandemia, así como a la fuerte perturbación de los servicios de inmigración y de solicitudes de asilo en los países miembro entre marzo y junio. En 2018 y 2019, antes de la pandemia, el número de nuevos inmigrantes permanentes fue estable, unos 5.3 millones al año.
En la zona OCDE, estos inmigrantes sufren el parón de la actividad económica y las pérdidas registradas en el sector privado, donde están sobrerrepresentados.
«Muchos trabajan en los sectores más afectados» (hostelería-restauración, servicios domésticos, temporeros agrícolas…) y/o «tienen contratos de trabajo temporales» que podrían no ser renovados, afirma el documento.
En Estados Unidos, por ejemplo, entre agosto de 2019 y agosto de 2020, la tasa de paro entre las personas nacidas en el extranjero pasó del 3.1% al 10.2%, frente a un aumento del 3.9% al 8.1% para los nativos.
En Europa, se observan tendencias similares, donde como en otros lugares, no se volverá enseguida a los niveles de empleo anteriores a la crisis, «ni siquiera para finales de 2021», señala la OCDE.
Sin embargo, «los trabajadores inmigrantes desempeñan un papel esencial en algunos sectores, como lo descubrieron los países con esta crisis», señala a la AFP Jean-Christophe Dumont, jefe de la división migraciones internacionales de la OCDE.
«Inversión a largo plazo»
Los inmigrantes han estructurado sectores enteros —los temporeros agrícolas en España, la industria hotelera en Austria, la industria química y del automóvil en Francia…— recuerda igualmente Dumont, que lamenta la falta de dimensión sectorial en las políticas migratorias actuales.
«Si se quiere relocalizar o desarrollar algunos sectores (en nuestros países), hay que preguntarse: ¿en qué mano de obra va a apoyarse esta producción industrial?, continúa Jean-Christophe Dumont.
Además, «las consecuencias económicas de la pandemia de Covid-19 podrían suponer un retroceso en los avances logrados», estiman los responsables de la OCDE, después de que la situación de los inmigrantes en el mercado de trabajo hubiera mejorado en los últimos años (más de dos tercios de los inmigrantes tenían un empleo en 2019).
«La integración funcionaba antes gracias a la educación, al aprendizaje del idioma, (…) y los trabajadores inmigrantes podían demostrar sus competencias al mismo nivel que los autóctonos», declaró el presidente de la OCDE, José Ángel Gurría, en la presentación del informe. «Y de repente, todo se ha puesto en cuestión debido a esta pandemia».
«Desde principios de año, los migrantes y sus familias se ven muy afectados, lo que supone un gran problema de integración y de inclusión», insiste la comisaria europea de Asuntos Internos, Yvla Johansson.
La comisaria señala el «riesgo de abandono escolar» de los alumnos cuyos padres aún no tienen un nivel de idioma o de educación necesarios para ayudarles, ni los medios para pagarles un ordenador o el acceso a internet.
«Necesitamos trabajadores cualificados pero también menos cualificados (…) están en el centro de la reactivación económica», apuntó. «Es una inversión a largo plazo y los gobiernos no deben reducir el alcance de los programas de integración».
Fuente: El Economista