Ante el estallido de contagios que la tercera ola de la pandemia por COVID-19 tuvo en el país, y la manera en que la variante Ómicron del SARS-CoV-2 se volvió dominante en el mundo, más de una persona se habrá preguntado acerca de la eficacia de las vacunas.
“Al final nos estamos contagiando todos”, se podrá escuchar en la fila del supermercado. Sin embargo, en este punto, los especialistas son firmes al aclarar que la diferencia radica en qué tipo de enfermedad se desarrolla si la persona estaba previamente inmunizada o no.
De hecho, los responsables de los ensayos clínicos de las vacunas autorizadas de emergencia siempre fueron claros al asegurar que las formulaciones desarrolladas en el marco de la emergencia sanitaria no evitarían que las personas se enfermen, sino que el objetivo era prevenir cuadros severos y muertes. Y eso, en el marco de una pandemia que había puesto al mundo de cabezas fue argumento suficiente para que las agencias regulatorias dieran el visto bueno y se comenzaran a aplicar en la población.
Y si bien el avance de la variante Ómicron, es cierto, fue arrollador en cada país donde la última mutación del coronavirus se hizo presente, también lo es el hecho de que los casos confirmados aumentaron de manera exponencial en todo el mundo, pero las hospitalizaciones y las muertes lo hicieron en menor medida, lo que evidencia que los muchos contagios notificados están provocando menos formas graves de la enfermedad y menos fallecimientos.
Es que tras casi dos años de pandemia, una de las mayores preocupaciones de los científicos, y de la población en general, es si Ómicron será la última variante de preocupación del coronavirus o si el SARS-CoV-2 seguirá mutando en nuevas versiones, más contagiosas o más severas, o más leves.
En este tiempo, la principal herramienta científica para frenar las hospitalizaciones y la muerte por COVID-19 fueron las vacunas, y el interrogante acerca de hasta cuándo seguirá mutando el virus y poniendo a prueba la eficacia de las formulaciones resuena fuerte en la comunidad científica.
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Ahora, un nuevo estudio ofrece datos alentadores: las variantes del COVID-19 no logran romper el efecto protector de las vacunas. Los inoculantes continúan brindando protección contra el virus durante mucho tiempo porque, además de anticuerpos, estimulan la formación de células T, células del sistema inmunitario con “memoria de hierro, que saben cómo combatir al virus incluso cuando cambia de rostro gracias a las mutaciones”, dijeron los investigadores.
La investigación fue realizada por investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla, en San Diego, EEUU, en colaboración con el Hospital IRCCS Policlínico San Martino de Génova y la Universidad de Génova.
El estudio, publicado en la revista Cell, dio cuenta que la aparición de nuevas variantes del virus SARS-CoV-2 representó el principal obstáculo para superar la pandemia en los últimos dos años: las mutaciones acumuladas por el virus lo hacen menos reconocible para los anticuerpos desarrollados después de la vacunación. La aparición de la variante Ómicron acentuó esta tendencia. Sin embargo, numerosos estudios de los últimos meses demostraron que si bien la primera línea de defensa que representan los anticuerpos específicos contra la proteína espiga del SARS-CoV-2 pierde su eficacia, esto no sucede con las células T del sistema inmunitario.
El sistema inmunitario se divide en dos grandes grupos de células que contribuyen a una respuesta inmunitaria eficaz. El primero está ligado a la activación de los linfocitos B, responsables de la producción de anticuerpos que son capaces de reconocer y combatir al virus.
La segunda está ligada a la activación de los linfocitos T, células de memoria inmunológica que persisten durante mucho tiempo incluso tras una posible disminución de anticuerpos, como ocurre en las personas vacunados contra el COVID-19 en los que existe una disminución de los niveles de anticuerpos ya dentro de los seis meses posteriores a la vacunación
La respuesta efectiva de las células T no evita la infección, sin embargo, ayuda a reducir el riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19. El nuevo estudio ahora confirmó esta hipótesis. La investigación se realizó en 96 personas que habían recibido alguna de las vacunas disponibles o en evaluación en los Estados Unidos: Pfizer/BioNTech, Moderna, Johnson y Novavax.
La variante del coronavirus Ómicron ya tiene detectada una subvariante clasificada como BA.2, y catalogada por los infectólogos como más contagiosa y mejor estructurada que otras cepas, para evadir el efecto protector de las vacunas.
La buena noticia es que justamente, las personas vacunadas, tienen más posibilidad de no transmitir tan fácilmente el coronavirus, que aquellas que no lo están o tienen su esquema incompleto, según un estudio efectuado en Dinamarca esta semana.
Científicos daneses comprobaron que la nueva subvariante se propagó más fácilmente entre todos los grupos, independientemente del sexo, la edad, el tamaño del hogar y el estado de vacunación.
La probabilidad de propagación dentro de un hogar fue del 39% para BA.2 frente al 29% para BA.1, la cepa Ómicron original que era dominante en todo el mundo a partir del 19 de enero, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El estudio fue dirigido por un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague y del Ministerio de Salud danés, y según los investigadores, BA.2 es más contagiosa que la cepa BA.1 original entre las personas vacunadas y no vacunadas. Sin embargo, vieron que las tasas de transmisión entre las personas no vacunadas fueron más altas con BA.2 en comparación con BA.1, lo que indica que las personas no vacunadas portaban una carga viral más alta con BA.2.
Así, aunque las personas completamente vacunadas tienen más probabilidades de contraer BA.2 que la cepa anterior, es menos probable que la transmitan a otros, según los investigadores. Las personas que recibieron un refuerzo tenían incluso menos probabilidades de transmitir el virus que las personas que recibieron todas las vacunas. “Esto indica que después de una infección avanzada, la vacunación protege contra una mayor transmisión, y más para BA.2 que para BA.1″, encontraron los científicos.
“Es tranquilizador que las infecciones por COVID BA.2 sean generalmente más leves que las infecciones por la variante Delta”, dijeron los científicos, y que las vacunas ayuden a proteger contra enfermedades graves y hospitalizaciones y finalizaron: “La combinación de una alta incidencia de una subvariante relativamente inocua ha aumentado el optimismo”.
Fuente: Infobae