La situación en el Ingenio San Nicolás, uno de los centros azucareros más importantes del país, se ha vuelto cada vez más tensa debido a la inoperancia de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), que parece haber perdido el control de la representación de sus agremiados. En un ambiente de confusión y descontento, los trabajadores enfrentan una profunda incertidumbre sobre su futuro laboral, alimentada por la falta de liderazgo sindical y la ausencia de respuestas claras ante sus preocupaciones.
El sindicato de la CROM en el Ingenio San Nicolás ha sido objeto de críticas por parte de los empleados, quienes señalan que la organización no ha sabido atender sus necesidades ni brindar el apoyo necesario en temas laborales. Tras la destitución de su dirigente, el sindicato no ha mostrado signos de una gestión eficaz, lo que ha dejado a muchos empleados en un limbo de incertidumbre sobre el futuro de sus puestos de trabajo y condiciones laborales.
“La CROM está completamente desorganizada” comentó un trabajador, quien prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias. Según el empleado, el sindicato no ha ofrecido claridad ni transparencia sobre los pasos a seguir, lo que ha llevado a los empleados a perder la confianza en sus representantes.
La falta de comunicación de la CROM ha generado un ambiente de ansiedad entre los trabajadores, quienes se sienten abandonados en un momento de tensión. Hasta ahora, el sindicato no ha convocado reuniones ni asambleas para aclarar la situación, dejando a los empleados sin una orientación adecuada. Esto ha alimentado una creciente percepción de que el sindicato está desarticulado e incapaz de gestionar una situación que exige intervención y liderazgo firme.
La crisis en el Ingenio San Nicolás refleja un problema más profundo de falta de organización y pérdida de credibilidad en la CROM. Sin líderes visibles y sin comunicación efectiva, los empleados consideran que el sindicato ya no cumple su función de proteger sus derechos laborales. Algunos incluso han comenzado a cuestionarse si vale la pena continuar afiliados a un sindicato que parece no tener la capacidad de hacer frente a los problemas que los afectan directamente.