El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha reconocido públicamente que otorgó un permiso especial al youtuber estadounidense Jimmy Donaldson, mejor conocido como MrBeast, para grabar en las zonas arqueológicas de Calakmul (Campeche), Balankanché y Chichén Itzá (Yucatán). En el video titulado “Sobreviví 100 horas dentro de un templo antiguo”, se puede observar cómo el influencer accede a espacios que, por motivos de conservación, están cerrados al público general e incluso a investigadores profesionales.
Mientras arqueólogos mexicanos, académicos y ciudadanos han sido históricamente rechazados para ingresar a estos sitios con fines científicos, un extranjero millonario obtuvo el privilegio de recorrer recintos considerados sagrados, alumbrarlos con antorchas digitales, usar drones y filmar sin aparente límite, bajo el amparo de las autoridades. La justificación ofrecida por las instituciones involucradas resulta insuficiente y preocupante: promoción turística para atraer al público joven.
¿Quién autorizó este privilegio?
Las propias autoridades del INAH confirmaron que la visita fue promovida y facilitada por el Gobierno del estado de Campeche y por la Secretaría de Turismo federal. Adriana Velázquez Morlet, directora del Centro INAH Campeche, fue quien autorizó formalmente el acceso a Calakmul. En sus declaraciones, intentó matizar la decisión diciendo que “no es un video científico”, sino uno de divulgación dirigido a audiencias jóvenes que no consumen contenidos académicos.
En la zona de Chichén Itzá, la directora Guadalupe Espinosa también defendió el ingreso, señalando que el permiso fue emitido por la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos del INAH, una instancia que, según sus propias reglas, no suele aprobar el uso de drones ni la entrada a espacios cerrados como los visitados por MrBeast.
Además, el empresario estadounidense fue acompañado por dos figuras clave: Arturo Cortés Gutiérrez, subdirector de Protección Técnica del INAH, y Guillermo de Anda, especialista en patrimonio sumergido, quienes avalaron la filmación y participaron en el recorrido.
El doble rasero del INAH: para unos todo, para otros nada
El acceso del influencer estadounidense generó una oleada de críticas en redes sociales y entre la comunidad académica. Investigadores y arqueólogos que han solicitado durante años entrar a zonas como Oxte’Tun en Calakmul o el interior del Castillo de Kukulcán, han sido rechazados en nombre de la conservación y la burocracia. Hoy, esas mismas puertas se abren con total libertad para una figura mediática que graba videos de entretenimiento con fines comerciales.
El video inicia con MrBeast descendiendo de una pirámide mientras un helicóptero (agregado digitalmente, según el INAH) se aleja. “No puedo creer que el gobierno nos deje hacer esto”, dice. Y en efecto, ese asombro es compartido por miles de mexicanos que jamás han pisado esos espacios, considerados patrimonio de la humanidad.
Además, se observa al influencer recorrer Calakmul con antorchas, observar una supuesta máscara funeraria que luego se supo era falsa, y desplazarse por cuevas y estructuras cerradas, entre ellas Balankanché y Chichén Viejo, en compañía de un equipo técnico que usó efectos visuales, drones y utilería para “ambientar” las escenas.
La normalización del turismo elitista
Las respuestas institucionales frente al escándalo no solo han sido tibias, sino que justifican lo injustificable. La directora Velázquez Morlet aseguró que “el instituto solo dio facilidades y supervisó que no hubiera daños”. ¿Pero es eso suficiente? ¿El simple hecho de que no haya daño físico justifica la apertura de espacios sagrados a figuras millonarias, mientras se niega el acceso a investigadores nacionales?
El discurso de que “la cultura es dinámica y debe adaptarse” ha sido usado por Guadalupe Espinosa para argumentar que el patrimonio debe promocionarse en nuevas plataformas. Pero lo que está en juego aquí no es el dinamismo cultural, sino el respeto a lo sagrado y la igualdad en el acceso al patrimonio. Abrir las zonas arqueológicas a un influencer extranjero, mientras se les cierran las puertas a ciudadanos, comunidades indígenas y científicos mexicanos, es una muestra clara de elitismo institucional.
¿Promoción turística o espectáculo colonialista?
En redes sociales, cientos de personas han cuestionado la ética de este acto. En Facebook, la usuaria Buza Caperuza escribió: “Mientras arqueólogos e investigadores del patrimonio deben sortear la burocracia para ingresar a zonas patrimoniales restringidas, MrBeast pudo hacerlo en una nueva muestra de cómo el dinero puede más que la ley y la ética”. En X (antes Twitter), el usuario @Agent_PIUduck señaló: “¿Por qué se aprobó un video de YouTube y no las investigaciones que tienen en cola al menos desde hace dos años?”.
Esta no es una mera cuestión de permisos. Es un agravio estructural. Es permitir que el dinero y el espectáculo tengan más valor que el conocimiento, la historia y el respeto por las civilizaciones originarias. Convertir templos mayas en escenarios para retos de entretenimiento es una afrenta a la memoria ancestral y a las comunidades que durante siglos han exigido que esos lugares se protejan como lo que son: sagrados.
El Estado mexicano tiene una deuda con su historia
El INAH, el Gobierno de Campeche y la Secretaría de Turismo deben ofrecer explicaciones claras y asumir su responsabilidad. Quienes permitieron esta grabación —Velázquez Morlet, Espinosa, Cortés Gutiérrez, de Anda y los responsables jurídicos del INAH— deben rendir cuentas públicamente. Se necesita una revisión urgente de los mecanismos de autorización de visitas a zonas arqueológicas. Y, sobre todo, se necesita un compromiso firme para proteger el patrimonio de todos los mexicanos.
Que el INAH permita que las zonas sagradas se usen como telón de fondo para un video viral, mientras niega ese privilegio a mexicanos comunes y científicos comprometidos, es una vergüenza institucional. El patrimonio no debe ser un lujo para unos cuantos: debe ser un derecho para todos.