La terminal aérea movilizó en agosto a 1 millón 349,518 pasajeros; se realizaron en el aeropuerto capitalino un promedio de 546 operaciones por día.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) movilizó en agosto a un millón 349,518 pasajeros (nacionales e internacionales), lo que representó una caída de 70%, respecto a igual mes del 2019, y sumó su tercer mes consecutivo de lenta recuperación tras la afectación causada por la pandemia del Covid-19 (en mayo el desplome llegó a 93.7%, en comparación anual).
“Durante agosto, el día con el mayor número de pasajeros atendidos fue el viernes 21 con 49,795 viajeros”, informó la terminal.
Con base en cifras oficiales, el mes pasado se realizaron en el aeropuerto capitalino un promedio de 546 operaciones por día, para sumar 16,909, el 57.6% menos de las que se realizaron en igual periodo del 2019 (en enero, previo a la crisis, hubo 1,274 operaciones diarias), lo que muestra la tendencia de recuperación respecto a lo ocurrido en mayo, cuando se registró la menor cifra promedio: 190 operaciones cada 24 horas (5,890 en el mes).
En el quinto mes, el más complicado para la industria, y en donde el aeropuerto lució desolado se llegaron a presentar hasta 90 vuelos diarios, principalmente humanitarios y para el traslado de insumos médicos para hacer frente a la pandemia.
Durante agosto, Aeroméxico, que tiene su principal centro de operaciones en el país, en vuelos domésticos incrementó actividades hacia: Cancún, Mérida, Durango, Los Mochis, Chihuahua y Culiacán. En vuelos internacionales reactivó operaciones a Quito (Ecuador) y Las Vegas, Denver y San Francisco y también aumentó frecuencias Miami, París y Sao Paulo.
En cifras acumuladas enero-agosto, el AICM atendió a 14 millones 216,305 pasajeros, el 57.4% menos que en el 2019, de los cuales el 70.5% fueron nacionales, lo que está en línea con las estimaciones de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), quien ha referido que los vuelos domésticos serán los primeros que recuperen su ritmo pre-pandemia.
Fuente: El Economista