La decisión de la alianza PAN, PRI, PRD de postular a Lucy Meza responde institucionalmente más a un cálculo político que a un compromiso en representar los estatutos de los partidos.
En medio de un escenario político convulso en Morelos, la figura de Lucy Meza emerge nuevamente, esta vez bajo el estandarte del PRIAN, pues la haber perdido la contienda interna del partido que le negaba la candidatura por el estado, rompió filas con lo que hasta entonces fuera su partido y continuar en la palestra política bajo el cobijo de la alianza “Fuerza y corazón por México”.
Este intempestivo cambio de colores partidistas, lo que se conoce como “chapulineo” ha generado un profundo cuestionamiento entre los medios, la opinión pública y los mismos ciudadanos que ven en esta transición una traición a la ética, los principios, pero sobre todo, dejan entrever intereses particulares y mezquinos por convertirse en una gobernadora a modo y sin principios morales e ideológicos que la representen.
La decisión de la alianza PAN, PRI, PRD de postular a Lucy Meza responde institucionalmente más a un cálculo político que a un compromiso en representar los estatutos de los partidos, más aún, la ahora candidata de la oposición deja ver una búsqueda desesperada por el poder y la falta de un compromiso real con la población.
Esta maniobra arriesgada amenaza a la alianza “Fuerza y corazón por México” pero sobre todo, refuerza la percepción de una clase política que privilegia sus intereses particulares sobre el bienestar de la sociedad.