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Niels Cortés y Transformación Sindical ya no engañan a nadie. La farsa ha terminado

by Crónicas y Verdades
Niels Cortés y Transformación Sindical ya no engañan a nadie. La farsa ha terminado

Niels Cortés intentó, una vez más, vender su gastado cuento del «cambio sindical» en Martinrea, pero lo que obtuvo fue una respuesta demoledora: el desprecio y la indiferencia total de los trabajadores. Su “reunión» fue un tremendo fracaso, con una asistencia tan pobre que hasta una posada improvisada tendría más convocatoria.

Y no es de sorprender, ya que los trabajadores de Martinrea ya conocen el «modus operandi» de Niels Cortés y su circo llamado «Transformación Sindical»: promesas vacías, discursos reciclados y, por supuesto, una ambición desmedida por llenarse los bolsillos a costa de los demás. Pero esta vez su truco no funcionó. Lo que se suponía iba a ser una reunión clave terminó siendo un chiste sin gracia y un «líder» hablando solo.

Muchos de los que alguna vez le compraron su cuento ya le han dado la espalda. ¿Y cómo no? Si su «lucha» sindical parece sacada de una telenovela barata, donde él es el «héroe» incomprendido, pero en realidad es el villano que sólo busca su propio beneficio.

El desprecio a Niels y su pandilla de Transformación Sindical no es una coincidencia. Su historial de traiciones, promesas rotas y puras mentiras lo han dejado como un personaje sin credibilidad. La gente ya no cae en sus trampas, y cada vez menos confían en sus «grandes proyectos» que terminan siendo igual que sus juntas, vacios.

Los trabajadores de Martinrea quieren soluciones y un sindicato real, no a un taquero desesperado por mantenerse relevante. Si Niels pensaba que su convocatoria sería un éxito, lo único que logró fue hacer el ridículo ante los pocos que fueron por morbo o por obligación

Cada evento fallido, cada convocatoria desierta y cada mentira expuesta son clavos en el ataúd de Niels Cortés y su intento de jugar a ser «líder sindical». La verdad está a la vista: no tiene apoyo, no tiene ideas, y lo que es peor, no tiene credibilidad.

La pregunta aquí es: ¿Quién en su sano juicio seguiría a un «líder» que no puede reunir ni a su propio equipo? La respuesta es evidente: NADIE.

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