Los efectos del Covid-19 sobre las redes de telecomunicación con la obligación del teletrabajo y otras aplicaciones de educación o medicina a distancia, podrían provocar una saturación de tráfico y para ello sería necesario un aumento en el despliegue de infraestructura para superar posibles “embotellamientos” en Internet.

El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) quiere ser un facilitador de iniciativas que apoyen a los operadores en la prestación de servicios, en días que se advierte un nuevo estrés para las redes de comunicación por el teletrabajo, la telemedicina, la educación a distancia o por un aumento en el consumo de contenidos de entretenimiento en el hogar, derivado todo de los contagios del coronavirus Covid-19 que comienzan a expandirse por todo México.
El IFT, con conocimiento de que el Covid-19 ya provocó un incremento del 30% en el tráfico de Internet para las redes chilenas en una semana y de 7.0% en dos días para las redes argentinas luego de un aislamiento obligatorio por causa de ese mal, reconoce que el coronavirus podría desatar nuevos picos del tráfico en México, lo que pudiera significar entonces la obligación para los operadores de disponer de más infraestructura física e intangible para atajar posibles “embotellamientos” en las redes.
Alejandro Navarrete Torres, director de la Unidad de Espectro Radioeléctrico del IFT, sostiene que si bien la industria cuenta con el suficiente espectro —los operadores acumulan juntos unos 520 MHz de frecuencias entre distintas bandas, aún luego de renuncias de AT&T y Telefónica a diversas señales durante 2018 y 2019— para enfrentar obstáculos provocados por el coronavirus como pocos de sus pares en América Latina, el regulador sectorial sería sensible a valorar la entrega de otras frecuencias para responder a los impactos del virus.
Navarrete admite además que una recesión de la economía mexicana, causada también por el Covid-19, podría llevar al pleno del IFT a valorar la postergación de las subastas de las bandas de los 600 MHz y de 3.5 GHz para el año 2021, aunque recuerda que Axtel, AT&T y América Móvil, vía Telmex, ya cuentan con bandas para 5G, por si las compañías tuvieran interés en explotar esa tecnología este año. De Telefónica, Alejando Navarrete declara que la empresa quedó liberada de sus compromisos de cobertura con la devolución que hizo del espectro de 2.5 GHz.
—En aquellos países donde se ha declarado emergencia por el virus, las redes han mostrado un estrés por el teletrabajo y elevado consumo de contenidos OTT. Los gobiernos han demando allí aumentar capacidad. ¿Podría entonces ocurrir como medida propia que México valore entregar más espectro de manera temporal?
—Por el lado técnico no tendría mucho caso adelantar la liberación de bandas nuevas (600 MHz, milimétricas…), pues quién despliega la infraestructura y no hay ahora capacidad de las empresas para que se pongan a montar torres sobre una banda nueva. Entonces allí no parece tener sentido en una cuestión a corto plazo; a mediano o largo plazos, sí, pero la emergencia no va a esperarnos ocho meses o un año y medio para desplegar infraestructura.
Consideramos que hay bastante espectro en posesión de los operadores para enfrentar el problema, por lo que no parecería que el cuello de botella tuviera que ver con la necesidad de espectro, pero lo veríamos. Lo que tendría que acelerarse son los trabajos de instalación de infraestructura sobre el espectro con el que ya cuentan, tienen buenas cantidades en AWS (1.7/2.1 GHz); en 3.5 GHz, en PCS y en las bandas de 800 MHz. Tendrían que acelerarse entonces esos trabajos en infraestructura, no sólo en radiobases, sino en fibra óptica, servidores…
—Y si una situación se diera así, ¿cuál sería la vía por el lado regulatorio?
—Si fuera el caso, habría que ver que la ley respectiva y la Constitución establecen que la asignación de espectro para uso comercial debe ser a través de licitaciones públicas, por lo que habría que revisar jurídicamente cómo se podría proceder ante una eventualidad así para poder asignar más espectro sin pasar por ese mecanismo o cómo acelerar ese mecanismo, si fuera necesario. Eventualmente lo pudiéramos valorar. Si tuviéramos que acelerar un procedimiento de licitación para poder asignar más espectro así, lo podríamos evaluar sin ningún problema. Pero hasta este momento no prevemos que haya una escasez de espectro.
—Los concursos de espectro son sensibles al estado de la economía, ¿estima así la posibilidad de que se llegara a postergar para entrado el 2021 la licitación en 3.5 GHz y 600 MHz, previsto originalmente su arranque para el final de 2020?
—Antes está programada la licitación IFT-10, donde se contemplan pedacitos de diferentes bandas disponibles, en 2.5 GHz, en AWS, PCS y 800 MHz. Todo eso irá antes de pensar en la licitación que abarque a los 600 MHz y 3.5 GHz. En efecto, la idea sería que las bases o proyecto lo someteremos a consulta pública y en ese proceso, que eventualmente pudiéramos iniciar al final del año, lo estaríamos… Si resulta que derivado, por esta circunstancia en particular, pudiera no ser oportuno para 2020 o 2021, podría revisarse el momento más conveniente para ello. El mensaje importante es que ese espectro ya está listo para ser entregado cuando el mercado lo quiera.
—¿Todo ese espectro en 3.5 GHz y 600 MHz está sólo planchado y resguardado o ya tiene un cierto bosquejo de posible concurso de licitación?
—No vamos a trabajar hoy un proyecto de bases sobre esas bandas, porque todavía estamos trabajando el proceso para las bandas que van en la IFT-10. Estamos en el proceso de bases que dará vida a la IFT-10, para esos pedacitos y hasta que terminemos ésta, empezaremos con un nuevo proyecto de licitación que eventualmente pudiera abarcar la 600 MHz y la 3.5 GHz.
—Esta IFT-10 que cuenta suena como una combinación de limas con limones por concursar bandas medias, de capacidad o cobertura; algo complicado.
—Cierto es. Es un proceso de pedazos de espectro que están disponibles en diferentes bandas, ¿pero qué tienen en común? Que todos los casos son espectros para telecomunicaciones inalámbricas, fijas y/o móviles, ya sea en 2.5 GHz, PCS u 800. La propuesta que ya estamos trabajando es que se incluyan todas esas porciones dentro de la licitación y que quienes participen puedan escoger por cuáles bandas desean pujar.
—La pregunta clásica aquí sería si el preponderante Telcel, el AT&T que más banda tiene y el mayorista Altán pudieran participar.
—Nosotros no ponemos restricciones a priori. Las restricciones más bien podrían estar dadas en función de la tenencia espectral de cada uno de los jugadores en su conjunto o en bandas en particular. Todo va a depender de quiénes son los grupos de interés económico que desean participar; de su tenencia tanto por banda o por generales y es lo que determinará el grado de participación que puedan tener en la Licitación IFT-10.
—Volviendo un poco… Si el IFT decide postergar los concursos de 600 MHz y 3.5 GHz, habrá quien diga que México se retrasó en despliegue de redes 5G, esto por la designación de esas frecuencias como muy aptas para 5G. ¿Qué respondería usted desde ahora?
—No hay forma de que ocurra eso ahora, un retraso. Nosotros vamos muy adelantados. Por lo menos en 3.5 GHz, allí tres empresas, Axtel, AT&T y Telmex, tienen cada una de ellas 50 MHz y con su 3.5 GHz podrían empezar a dar servicios de 5G el día que ellas quieran, porque no hay ninguna restricción para que puedan utilizar esa tecnología de 5G en servicios de acceso fijo inalámbrico en esa banda de 3.5 GHz y de hecho, tampoco hay restricción alguna para que lo puedan hacer con alguna otra banda con las que ya cuentan. Nosotros somos tecnológicamente agnósticos y el espectro, cuando se ofrece, no se etiqueta para 5G.
En este momento no creo que el despliegue de redes 5G es algo que deba preocuparnos mucho, porque México está en una posición privilegiada respecto a la mayoría de los países de América Latina en cuanto el espectro ya asignado para 5G en varias bandas, particularmente en 3.5 GHz.
—Telefónica devolvió espectro en distintas bandas. Respecto a 2.5 GHz, ¿libró entonces las obligaciones de cobertura a las que se ajustó por esas concesiones? ¿Hay efectos negativos para los usuarios? ¿Quién les dará cobertura a ellos?
—Telefónica renunció a su concesión de 2.5 GHz, a nivel nacional, a partir del 31 de diciembre de 2019, justo en la fecha límite para reportar los avances que tenía en el cumplimento de obligaciones, que era esa fecha. Como renunció, ya no le es aplicable; ya no hay ninguna obligación de cobertura que le sea aplicable derivada de esa licitación. Eso no quiere decir que se pierde la cobertura.
Primero, porque tiene cobertura en todo el país a través de sus otras bandas como PCS u 850 y porque a través de su propio acuerdo que tiene ahora con AT&T y con otros que tiene con otros operadores en acuerdos de roaming es que da cobertura. Entonces, la cobertura de Telefónica de ninguna manera de se ve mermada.
No hay ninguna afectación previsible ni en la cobertura ni en la calidad de los servicios que Telefónica ofrece, ya que sigue teniendo cobertura en todo el país a través de su propio espectro o a través de otros operadores. Sus bloques de renuncia no irían a la IFT-10, porque en el diseño no se contemplaba la renuncia de Telefónica.
—Derivado del acuerdo AT&T-Movistar sobre uso compartido de redes, ¿estima que un día la regulación cambiará porque dos empresas usen un mismo fierro y un mismo espectro para vender servicios de distinto operador?
—Si lo vemos desde una perspectiva más amplia, lo que pasó con Telefónica ya venía ocurriendo antes, pero a menor escala y ocurría con los propios acuerdos que las empresas tenían entre sí. Por ejemplo, usando la última milla de Telcel en zonas donde Telefónica no tenía cobertura. Esto es la extrapolación de algo que se hacía a nivel regional, ahora elevarlo a nivel nacional.
Pero en el futuro habrá que ver no al espectro en sí, sino a los modelos tradicionales de asignación para concesiones de uso comercial, si siguen siendo los más adecuados o habrá que revisar otros mecanismos que se adecúen, por ejemplo, a la existencia de dos grandes operadores como AT&T y AMX y eventualmente un tercero como Altán, Axtel o Movistar, u otros pequeños jugadores que pudieran surgir a nivel local.
Habrá que ver si los mecanismos tradicionales son los más adecuados para algunas asignaciones de espectro o habrá que echar mano de otros mecanismos. En bandas milimétricas, donde se requieren anchos de bandas de 400 MHz, hace sentido asignar para regiones pequeñas tres o cuatro concesiones y a lo mejor la compartición de espectro sería lo más razonable y rentable.
Fuente: El Economista